10/6/09

La linterna de Diógenes





“Instrucciones para subir una escalera”
Julio Cortázar

Las formas de la realidad pasan, generalmente, desapercibidas ante nuestros ojos.
“Instrucciones para subir una escalera” es un relato que se pierde en la delicada franja divisora entre el cuento y el instructivo.
El primero libre, voluntario con forma y belleza que alcanza timbres poéticos. El otro, de lenguaje técnico, ampulosos, mecanizado y directo.

Técnica narrativa festiva y laudable, nos permite el gran Cortázar saborear un texto que por su propio titulo es una invitación al juego. Pero cómo todo juego que se precie de serlo, requiere la complicidad del lector.

Esa complicidad de los inocentes que aun queremos encontrar en acciones simples, y hasta cotidianamente repetitivas como resortes narrativos que activan el engranaje de la imaginación.

¿Desde cuando el hombre tiene conciencia y uso de las escaleras? Desde que tuvo la necesidad de alcanzar o perpetrarse en una altura superior, dicen usualmente los historiadores arquitectónicos. Pero Cortázar recurre al juego de dar una simple instrucción con esos verdes poéticos que en párrafos completos se vislumbran: “Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón.”

El titulo del cuento encierra la trama y desarrollo del texto (que muchos críticos han tenido a bien llamar “variaciones sintácticas”). El vocabulario es ameno y sencillo, pero no pierde la esencia de un instructivo cualquiera “Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado)”…


El manejo del tiempo es otra de las virtudes de este escritor argentino; el cuento bien puede adaptarse hasta el futuro inmediato como a los inicios de la arquitectura. Cortázar, como buen lector que fue y lúdico escritor sabía perfectamente donde acentuar las “i”, así que no necesita recurrir a personajes propios de un cuento o invención literaria, basta saberse el mismo lector como el protagonista de tan feliz instrucción.

Querido lector, la recomendación por más sale sobrando. Cortázar se yergue, al igual que esa escalera que vence al plano de la gravedad ante la inminente altura del juego, que tarde o temprano todos tendremos que subir.

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