Estaba sentada en esa oficina; sin querer de nuevo el celular, en la pantalla un texto, remitente desconocido, mi curiosidad al llamado le pregunta. ¿Quién eres?
Aquel anónimo se convirtió en mí más dulce y bello recuerdo se apodero de mí el alma, enamorada e ilusionada del ayer.
El remitente me recordaba tanto amor, tanta entrega a pesar de que el tiempo pasa, por el seguía tan presente, mis manos temblorosas mi respiración entre cortada.
Pero al mismo tiempo regreso a mi la tristeza recordándome que estamos cerca pero lejos uno del otro imposibles corazones en libertad de amar.
Insisten los textos contándome y diciendo como quisiera que tuvieras la paciencia de sentirme en tus ojos y abrazarme en tu mente, como me gustaría que todo fuera como ayer que nada de lo que vivo ahora fuera verdad.
Mi mente loca se quedo estática en el ayer donde aún me amabas, donde aún te importaba era algo tan cierto como lo es mi hoy tan frío y con un espacio en blanco que no encuentro con que o como rellenarlo.
Dejaste en mi un vacío un hueco sin fondo donde nada y todo es posible solo es cuestión de llenarlo si tu te decides; en tus manos esta mi cura, eres el medico que no pedí, eres la medicina que no quiere existir, quiero tenerte cerca para sentir alivio a mi duelo.
Nacimos por separado pero mi corazón se quedo fusionado a tu espíritu, a tu vida, a tus sueños y sobre todo a tus besos esas caricias testigos de nuestro fuego.
Pasión ahogada que no quiere revivir por culpa tuya que no me quieres, por culpa tuya que me alejas, que dices que no me sientes que ya no vivo dentro de ti, que un día lo fui todo y hoy… nada…
Me hiciste una nada, pero de las cenizas si tú quieres puedo resurgir, es cuestión de decisión pero en tus manos, la pongo.
Mi corazón ahogado de sentimientos encontrados, envío la respuesta a ese bien amado remitente donde lo condenaba con un adiós…
Adiós para siempre aunque siempre no pueda decirte adiós…
LAE. MAHELET AREVALO.
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